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miércoles, 1 de septiembre de 2010

Santos busca conciliar mientras Chávez urde un magnicidio con las Farc

Mientras Santos explora caminos para recomponer las relaciones diplomáticas y comerciales con Venezuela, Chávez se asocia con las Farc y sus demás compinches, para asesinarlo y generar un caos impredecible en Colombia.

Así se infiere de la incautación de material de guerra y documentos, en operaciones de las Fuerzas Militares y el CTI de la Fiscalía contra terroristas de las Farc en Bogotá, tres días antes de la posesión de Santos como presidente de los colombianos.

Terroristas de Eta en asocio con las Farc y un venezolano, ingeniero de sistemas tenían listas cinco armas de tiro curvo, para lanzar granadas contra objetivos precisos en la Plaza de Bolívar el Capitolio Nacional y el Palacio de Nariño.

El objetivo principal: Asesinar al saliente presidente Uribe y al entrante Santos, al Congreso de la República, a las Altas Cortes, al alto mando militar y las personalidades invitadas. El propósito: generar un caos de institucionalidad en Colombia. Y el fin estratégico, que las Farc canalizaran el desorden y la dificultad de la Fuerza Pública para controlar la situación, con el inmediato reconocimiento de estatus de beligerancia por parte de los gobiernos proterroristas de Brasil, Bolivia, Venezuela, Ecuador, Nicaragua, Cuba, El Salvador, Uruguay, Paraguay y Argentina, así como el respaldo a las Farc con hombres, armas, recursos de estos gobernantes y de los partidos comunistas del hemisferio, el Foro de Sao Paulo y el Movimiento Continental Bolivariano.

Quizás el mas grave de todos los planes terroristas urdidos por Chávez y las Farc contra Colombia, es también la mas preocupante injerencia comunista en el continente desde cuando Fidel Castro colocó a su peón Hugo Chávez en Venezuela.
No obstante los medios de comunicación, los analistas políticos, los internacionalistas, los columnistas de opinión y los periodistas que cubren el tema, han guardado discreta indiferencia, conducta que solo es justificable en una estulticia funcional colectiva.

Es oportuno preguntar si la ministra Holguín tendrá somera idea de la dimensión de este complot, o si el presidente Santos cree de verdad que Chávez procede con sinceridad después que financió a las Farc para que lo asesinaran. O si los autodenominados colombianos por la paz, dados a cuestionar y hasta demandar al Estado colombiano por todo lo que afecte los derechos humanos de los comunistas, tienen algún asomo de patriotismo para condenar la intención criminal de su mentor y socio Hugo Chávez, o si los colombianos en general seguiremos inmersos en la indiferencia y el apciguamiento.

El Foro de Sao Paulo, Lula, Chávez, Correa, las Farc, etc; quieren a Colombia en la lista de los lacayos de la dictadura cubana. Para el efecto juegan todas las cartas, verbigracia la hipocresía de Chávez y Lula hacia Santos, mientras soterrados planean asesinarlo, derrocar al gobierno legítimo y poner a un amigo de las Farc en el Palacio de Nariño.

No hay tiempo que perder. El problema no es solo con Venezuela sino con Lula y sus cómplices. El asunto debe ser llevado al Consejo de Seguridad de la ONU, a la OEA, a la Corte Penal Internacional, a la Casa Blanca, la Unión Europea, a la Otán, etc.

La canciller no puede caer en el juego resbaladizo de las reuniones bilaterales y el fingido formalismo, impropio en truhanes como Chávez o Maduro. La ministra Holguín, debe dirigir una estrategia integral y concreta, desarrollada por cónsules, embajadores, agregados, adjuntos, plenipotenciarios y demás burócratas con rimbombantes e improductivos cargos diplomáticos en el exterior. Sin los horarios de "doctores importantes" deben ponerse la camiseta de Colombia, sudarla y desenmascarar en escenarios académicos, políticos, jurídicos, diplomáticos y periodísticos el complot contra Colombia.

El Ministerio de Defensa debe encabezar una estrategia integral de operaciones militares con guerra sicológica, tendiente a localizar y neutralizar a los cabecillas del Secretariado de las Farc, incrementar la deserción de los bandidos, aclimatar la unidad del pueblo con las Fuerzas Militares y gestar con los demás ministerios, planes concretos de desarrollo socioeconómico, generación de empleo, y activación de la economía en las áreas geográficas de tradicional presencia narcosubversiva.

Chávez no es confiable. Mientras el nuevo gobierno le tiende un puente de conciliación, el urde un complot con las Farc y sus cómplices nacionales e internacionales, para asesinar al presidente de Colombia y de paso legitimar a los terroristas.

martes, 20 de enero de 2009

Barack Obama, geopolítica latinoamericana y narcoterrorismo


El escenario geopolítico latinoamericano que recibe el nuevo mandatario de los Estados Unidos, no es nada halagador para las pretensiones históricas del coloso del norte sobre el hemisferio.

Con retórica populista Obama y sus mas inmediatos asesores como la sinuosa señora Clinton, han minimizado la gravedad de la desmesurada incidencia del llamado socialismo del siglo XXI orientado desde La Habana; el liderazgo frenético del Brasil en pos de vincular a Francia en la región hasta con el traslado de tecnología nuclear; la vinculación de Irán y Rusia con todas las herramientas anti-yankis en Ecuador y Venezuela; el servilismo de Bolivia y Nicaragua a lo que diga Chávez, y la inocultable realidad del narcoterrorismo auspiciado por las Farc contra Colombia y el llamado imperio norteamericano.

Es de suponer que el locuaz mandatario afroamericano, va a cambiar el ágil lenguaje populachero de la campaña electoral, por acciones concretas para que su país consolide el liderazgo hemisférico, hoy amenazado por el secesionismo derivado de la Cumbre de Río, Unasur y el desmarque de Brasil como potencia económica, política y militar.

La cadena de errores de la diplomacia internacional estadounidenses iniciados por Bill Clinton cuando ordenó bombardear una tribu afgana y una fábrica de medicamentos sudanesa, seguidos por los errores de los halcones del Pentágono en Irak, mas el desprestigio mundial que alcanzó la figura de George Bush, aunada a la crisis económica surgida de la burbuja de los préstamos para vivienda, ubican al carismático presidente Obama, frente a un reto de proporciones históricas.

Y para lograr el repunte doméstico de la economía mas la influencia internacional deseada por los estadounidenses, Barack Obama debe asesorarse de personas sensatas y enfocadas en los objetivos. Asesores que superen la etapa populachera y demagógica electoral y que entren en la sintonía de lo que sucede y necesitan los Estados Unidos, para seguir a la cabeza del mundo.

En el caso específico de Colombia, es el momento para que la embajadora Barco y los demás burócratas colombianos acreditados en Washington, tomen contacto con la señora Clinton y la aterricen frente a la realidsad. Colombia no es enemigo de los Estados Unidos. Es el único aliado serio que le queda en la región. Sea con Uribe o sea con otro presidente, porque a los colombianos no nos gustan las trasnochadas y paquidérmicas ideologías totalitarias de izquierda.

Colombia requiere el TLC con los Estados Unidos, no como una migaja o una limosna politiquera o una concesión de buena voluntad de la veleidosa Secretaria de Estado entrante ni de la oportunista bancada demócrata. Colombia requiere el TLC como un mecanismo concertado de negociación seria y fructífera entre dos países aliados históricos, hoy necesitados por igual, de combatir el narcoterrorismo comunista y bloquear los intereses totalitarios en la región.

Es el momento preciso para que los estrategas del Pentágono y los nuevos secretarios de las diferentes carteras, entiendan que los comunistas y los musulmanes son fanáticos y fundamentalistas, y que en ese orden de ideas, cualquier concesión que haga la Casa Blanca, con la supuesta idea de distensionar ánimos y entrabar amistad, nunca va a ser interpretado por los gobiernos de Venezuela o Irán, como un gesto de amistad, sino como una debilidad del enemigo imperial al que hay que seguirle socavando el piso.

Barack Obama recibe el gobierno de los Estados Unidos, en una situación similar a como recibió Roosevelt el segundo periodo de su presidencia en los albores de la Segunda Guerra Mundial. Crisis económica interna y externa, enemigos armados hasta los dientes en diversos puntos del planeta, aliados indecisos, politiquería interna, y un ingrediente mas: Todo el entorno del poder nacional de los Estados Unidos en la mira de los terroristas islámicos desde el Asia y Europa y de los narco-terroristas de las Farc y sus socios desde Latinoamérica.

El Plan Colombia debe continuar con igual o mas apoyo. No con la politiquería que desde ya quiere imprimirle la señora Clinton. Un aliado estratégico no puede ser manipulado ni paliado con migajas bajo amenazas socarronas. Es imperioso que alguien haga entender a Hillary, que el Plan Colombia no es un favor de buena-persona a nuestro país, sino un asunto de seguridad nacional para los Estados Unidos y para la continuidad de la democracia en Colombia.

En una coyuntura como la actual en que las Farc están sumidas en una crisis interna de mando, administración y capacidad operacional, sumado a que sus socios Chávez, Correa y Ortega están en problemas internos que les limita el tiempo, el espacio y los recursos para apoyar a los terroristas colombianos, el gobierno entrante de los Estados Unidos debería suministrar a Colombia todos los medios y recursos necesarios para erradicar el problema y construir bases sociales de una Colombia nueva, vigorosa y con posibilidades para todos. Sin guerrilla, sin narcotráfico, sin autodefensas ilegales y con mecanismos fuertes de control contra los corruptos.

Obama y su vanidosa Secretaria de Estado, tienen que entender que si quieren sacar miel de Latinoamérica, no pueden agarrar a puntapiés la colmena. Si Colombia es el aliado mas fuerte y el único leal que les queda en el hemisferio, en lugar de ponerle condiciones politiqueras impulsadas por las Farc y la Coordinadora Continental Bolivariana, deben ayudarse a si mismos, mediante el necesario apoyo al Plan Colombia y la inaplazable aprobación del TLC.

Coronel Luis Alberto Villamarín Pulido

Analista de asuntos estratégicos

www.luisvillamarin.co.nr