Mientras Santos explora caminos para recomponer las relaciones diplomáticas y comerciales con Venezuela, Chávez se asocia con las Farc y sus demás compinches, para asesinarlo y generar un caos impredecible en Colombia.
Así se infiere de la incautación de material de guerra y documentos, en operaciones de las Fuerzas Militares y el CTI de la Fiscalía contra terroristas de las Farc en Bogotá, tres días antes de la posesión de Santos como presidente de los colombianos.
Terroristas de Eta en asocio con las Farc y un venezolano, ingeniero de sistemas tenían listas cinco armas de tiro curvo, para lanzar granadas contra objetivos precisos en la Plaza de Bolívar el Capitolio Nacional y el Palacio de Nariño.
El objetivo principal: Asesinar al saliente presidente Uribe y al entrante Santos, al Congreso de la República, a las Altas Cortes, al alto mando militar y las personalidades invitadas. El propósito: generar un caos de institucionalidad en Colombia. Y el fin estratégico, que las Farc canalizaran el desorden y la dificultad de la Fuerza Pública para controlar la situación, con el inmediato reconocimiento de estatus de beligerancia por parte de los gobiernos proterroristas de Brasil, Bolivia, Venezuela, Ecuador, Nicaragua, Cuba, El Salvador, Uruguay, Paraguay y Argentina, así como el respaldo a las Farc con hombres, armas, recursos de estos gobernantes y de los partidos comunistas del hemisferio, el Foro de Sao Paulo y el Movimiento Continental Bolivariano.
Quizás el mas grave de todos los planes terroristas urdidos por Chávez y las Farc contra Colombia, es también la mas preocupante injerencia comunista en el continente desde cuando Fidel Castro colocó a su peón Hugo Chávez en Venezuela.
No obstante los medios de comunicación, los analistas políticos, los internacionalistas, los columnistas de opinión y los periodistas que cubren el tema, han guardado discreta indiferencia, conducta que solo es justificable en una estulticia funcional colectiva.
Es oportuno preguntar si la ministra Holguín tendrá somera idea de la dimensión de este complot, o si el presidente Santos cree de verdad que Chávez procede con sinceridad después que financió a las Farc para que lo asesinaran. O si los autodenominados colombianos por la paz, dados a cuestionar y hasta demandar al Estado colombiano por todo lo que afecte los derechos humanos de los comunistas, tienen algún asomo de patriotismo para condenar la intención criminal de su mentor y socio Hugo Chávez, o si los colombianos en general seguiremos inmersos en la indiferencia y el apciguamiento.
El Foro de Sao Paulo, Lula, Chávez, Correa, las Farc, etc; quieren a Colombia en la lista de los lacayos de la dictadura cubana. Para el efecto juegan todas las cartas, verbigracia la hipocresía de Chávez y Lula hacia Santos, mientras soterrados planean asesinarlo, derrocar al gobierno legítimo y poner a un amigo de las Farc en el Palacio de Nariño.
No hay tiempo que perder. El problema no es solo con Venezuela sino con Lula y sus cómplices. El asunto debe ser llevado al Consejo de Seguridad de la ONU, a la OEA, a la Corte Penal Internacional, a la Casa Blanca, la Unión Europea, a la Otán, etc.
La canciller no puede caer en el juego resbaladizo de las reuniones bilaterales y el fingido formalismo, impropio en truhanes como Chávez o Maduro. La ministra Holguín, debe dirigir una estrategia integral y concreta, desarrollada por cónsules, embajadores, agregados, adjuntos, plenipotenciarios y demás burócratas con rimbombantes e improductivos cargos diplomáticos en el exterior. Sin los horarios de "doctores importantes" deben ponerse la camiseta de Colombia, sudarla y desenmascarar en escenarios académicos, políticos, jurídicos, diplomáticos y periodísticos el complot contra Colombia.
El Ministerio de Defensa debe encabezar una estrategia integral de operaciones militares con guerra sicológica, tendiente a localizar y neutralizar a los cabecillas del Secretariado de las Farc, incrementar la deserción de los bandidos, aclimatar la unidad del pueblo con las Fuerzas Militares y gestar con los demás ministerios, planes concretos de desarrollo socioeconómico, generación de empleo, y activación de la economía en las áreas geográficas de tradicional presencia narcosubversiva.
Chávez no es confiable. Mientras el nuevo gobierno le tiende un puente de conciliación, el urde un complot con las Farc y sus cómplices nacionales e internacionales, para asesinar al presidente de Colombia y de paso legitimar a los terroristas.
Desde el nacimiento como república soberana Colombia ha afrontado la guerra fratricida. A partir de la década de los años 50, la violencia liberal-conservadora recibió un tercer ingrediente con la entrada en escena del partido comunista y su brazo armado las Farc. Años mas tarde este grupo se convirtió en narcotraficante y terrorista, a la vez que facilitó el camino para la inmersión de las autodefensas ilegales en el mismo esquema de terror.
miércoles, 1 de septiembre de 2010
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