El escenario geopolítico latinoamericano que recibe el nuevo mandatario de los Estados Unidos, no es nada halagador para las pretensiones históricas del coloso del norte sobre el hemisferio.
Con retórica populista Obama y sus mas inmediatos asesores como la sinuosa señora Clinton, han minimizado la gravedad de la desmesurada incidencia del llamado socialismo del siglo XXI orientado desde La Habana; el liderazgo frenético del Brasil en pos de vincular a Francia en la región hasta con el traslado de tecnología nuclear; la vinculación de Irán y Rusia con todas las herramientas anti-yankis en Ecuador y Venezuela; el servilismo de Bolivia y Nicaragua a lo que diga Chávez, y la inocultable realidad del narcoterrorismo auspiciado por las Farc contra Colombia y el llamado imperio norteamericano.
Es de suponer que el locuaz mandatario afroamericano, va a cambiar el ágil lenguaje populachero de la campaña electoral, por acciones concretas para que su país consolide el liderazgo hemisférico, hoy amenazado por el secesionismo derivado de
La cadena de errores de la diplomacia internacional estadounidenses iniciados por Bill Clinton cuando ordenó bombardear una tribu afgana y una fábrica de medicamentos sudanesa, seguidos por los errores de los halcones del Pentágono en Irak, mas el desprestigio mundial que alcanzó la figura de George Bush, aunada a la crisis económica surgida de la burbuja de los préstamos para vivienda, ubican al carismático presidente Obama, frente a un reto de proporciones históricas.
Y para lograr el repunte doméstico de la economía mas la influencia internacional deseada por los estadounidenses, Barack Obama debe asesorarse de personas sensatas y enfocadas en los objetivos. Asesores que superen la etapa populachera y demagógica electoral y que entren en la sintonía de lo que sucede y necesitan los Estados Unidos, para seguir a la cabeza del mundo.
En el caso específico de Colombia, es el momento para que la embajadora Barco y los demás burócratas colombianos acreditados en Washington, tomen contacto con la señora Clinton y la aterricen frente a la realidsad. Colombia no es enemigo de los Estados Unidos. Es el único aliado serio que le queda en la región. Sea con Uribe o sea con otro presidente, porque a los colombianos no nos gustan las trasnochadas y paquidérmicas ideologías totalitarias de izquierda.
Colombia requiere el TLC con los Estados Unidos, no como una migaja o una limosna politiquera o una concesión de buena voluntad de la veleidosa Secretaria de Estado entrante ni de la oportunista bancada demócrata. Colombia requiere el TLC como un mecanismo concertado de negociación seria y fructífera entre dos países aliados históricos, hoy necesitados por igual, de combatir el narcoterrorismo comunista y bloquear los intereses totalitarios en la región.
Es el momento preciso para que los estrategas del Pentágono y los nuevos secretarios de las diferentes carteras, entiendan que los comunistas y los musulmanes son fanáticos y fundamentalistas, y que en ese orden de ideas, cualquier concesión que haga
Barack Obama recibe el gobierno de los Estados Unidos, en una situación similar a como recibió Roosevelt el segundo periodo de su presidencia en los albores de
El Plan Colombia debe continuar con igual o mas apoyo. No con la politiquería que desde ya quiere imprimirle la señora Clinton. Un aliado estratégico no puede ser manipulado ni paliado con migajas bajo amenazas socarronas. Es imperioso que alguien haga entender a Hillary, que el Plan Colombia no es un favor de buena-persona a nuestro país, sino un asunto de seguridad nacional para los Estados Unidos y para la continuidad de la democracia en Colombia.
En una coyuntura como la actual en que las Farc están sumidas en una crisis interna de mando, administración y capacidad operacional, sumado a que sus socios Chávez, Correa y Ortega están en problemas internos que les limita el tiempo, el espacio y los recursos para apoyar a los terroristas colombianos, el gobierno entrante de los Estados Unidos debería suministrar a Colombia todos los medios y recursos necesarios para erradicar el problema y construir bases sociales de una Colombia nueva, vigorosa y con posibilidades para todos. Sin guerrilla, sin narcotráfico, sin autodefensas ilegales y con mecanismos fuertes de control contra los corruptos.
Obama y su vanidosa Secretaria de Estado, tienen que entender que si quieren sacar miel de Latinoamérica, no pueden agarrar a puntapiés la colmena. Si Colombia es el aliado mas fuerte y el único leal que les queda en el hemisferio, en lugar de ponerle condiciones politiqueras impulsadas por las Farc y
Coronel Luis Alberto Villamarín Pulido
Analista de asuntos estratégicos