Desde antes que el Procurador General de la Nación ratificara en segunda instancia la destitución de la senadora Piedad Córdoba, a quien su despacho halló nexos con las Farc, el argentino Adolfo Esquivel con el apoyo algunas organizaciones izquierdistas inició a promover actos publicitarios en favor de la destituida, y,argumentaron que desde instancias internacionales van a reclamar su restitución y a los pocos días las Farc anunciaron el desagravio con la liberación de los cinco secuestrados.
Ahí comenzó de nuevo el sainete publicitario y la intensa actividad política clandestina de los cómplices de las Farc. Lula ofreció el apoyo logístico para sacar a los secuestrados de la selva pero cuando estuviera posesionada la terrorista Dilma Roussef, para las Farc su “compatriota”.
La justicia chilena negó la extradición del terrorista Manuel Olate. En el inexplicable cuentagotas de Santos con la información encontrada en computadores de las Farc, corroboró la presencia de 25 terroristas extranjeros en Colombia, entre ellos un argentino y otros holandeses.
De remate, el presidente colombiano, no se sabe si con mucha audacia o mucha estulticia afirmó que si las Farc liberan a todos los secuestrados, su gobierno se sentará a dialogar con ellos.
Eso es lo que quieren el Foro de Sao Paulo y la Coordinadora Continental Bolivariana: Que el gobierno colombiano hable con las Farc, para de inmediato ellos quitarles el rótulo de terroristas, abrirles embajadas y legitimarlos como fuerza beligerante, para apoyarlos en una campaña armada contra Colombia hasta que tomen el poder y ubiquen en el gobierno, a alguien que no sea proyanqui sino amigo de la línea de Castro, Lula y Chávez.
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