Leer el libro Itinerario de una injusticia escrito en forma clara, concisa, metódica y cronológica por el coronel Alfonso Plazas Vega, deja la evidente sensación que detrás de la sindicación que se hace en su contra, con base en el testimonio de un exagente de policía hoy asilado en Bruselas gracias a la mediación de una Ong izquierdista, que incriminó a Plazas por el supuesto secuestro y desaparición de unas personas, tras la recuperación del Palacio de Justicia; pudiera ser un mandado del narcotráfico, o, el producto de la incidencia de la izquierda terrorista empeñada en la guerra jurídica contra el establecimiento y la democracia que en contraste las deja existir y opinar; o lo que es peor, una combinación de las dos oscuras facetas.
En cualquiera de los tres escenarios, se evidencia que el proyectado traslado del coronel Plazas a una cárcel común, es una decisión que pone en peligro su vida, además de un sospechoso sesgo contra la institución militar, cuyo sacrificio individual y colectivo, ha sido el sustento del Estado de Derecho, que aunque imperfecto subiste en medio de las marejadas de ataques que hacen los delincuentes de todos los pelambres contra la institucionalidad colombiana.
Un examen detallado de las tres posibilidades enunciadas, y en las que tiene como común denominador el riesgo de la integridad personal del coronel Plazas Vega, indica que ni la izquierda extremista ha renunciado a las tesis de la combinación de las formas de lucha para tomarse el poder e instaurar una dictadura comunista; que no ha cesado la guerra política contra el Estado con todos sus componentes, (en lo que son muy hábiles los comunistas armados y desarmados); que el narcotráfico sigue siendo la espina dorsal de todas las formas de violencia terrorista contra el pueblo colombiano; que el M-19 si tenía pactos con Pablo Escobar para asaltar el Palacio de Justicia; y que la ingente labor de expropiación de bienes contra los narcos que encabezó el coronel Plazas, durante el periodo en que estuvo a cargo de la Dirección Nacional de Estupefacientes, generó resentimientos de quienes quieren verlo hoy en la picota pública.
A los narcos de todas las vertientes les conviene desbarajustar al Estado. Cada uno con intereses excluyentes y particulares, pero convenientes a sus planes y objetivos. Y para desgracia del coronel Plazas, haber combatido a unos y otros, lo enmarcan dentro del chivo expiatorio ideal.Ese es su karma y su drama, frente a una sociedad insensible e indiferente por la suerte de los soldados que la sirven; quienes en otros países son considerados héroes y veteranos con muchas reciprocidades.
Pero cada vez que alguien opina con el deseo de defender el debido proceso contra el coronel Plazas y los demás militares sindicados como criminales, por haber sacado del Palacio de Justicia a una horda de asesinos terroristas, que en contraste hoy son senadores, columnistas, moralistas y "ciudadanos ejemplares", llueven las ofensas descomedidas de "idiotas útiles" de las guerrillas y sus grupos de apoyo ideológico. Ni un solo argumento jurídico o ético para rebatir las tesis expuestas en torno a un tema que reviste perfiles de atentado contra la seguridad nacional.
Lo mas fácil es insultar al columnista y prejuzgar al Ejército, sin detenerse a evaluar que asi como los "paras" son hijos del comunismo terrorista, la violenta reacción del Estado colombiano en el Palacio de Justicia, fue la necesaria e impostergable respuesta al binomio narcotráfico-terrorismo y la proyección estratégica de las bandas armadas entrenadas e ideologizadas por la dictadura cubana.
Todo esto es sintomático. Circula por Internet la copia de una extensa carta de 40 folios, fechada el 13 de marzo de 2009, al parecer elaborada por el controvertido y controversial sacerdote jesuita Javier Giraldo, mediante la cual el clérigo manifiesta a una funcionaria del CTI, abierta renuencia para asistir a una diligencia judicial, pues según sus presuntas palabras, "ruego se me exima de toda declaración, versión, indagación o entrevista, dada mi imposibilidad moral de hacerlo. La constitución Nacional establece que "nadie será obligado a actuar contra su conciencia" (Art. 18).
Llama la atención que en el extenso memorial de agravios supuestamente elaborado por el cura Giraldo, informa que no atenderá el llamado de la justicia, porque de paso sindica a la Fiscalía de actuar en contubernio con las Fuerzas Militares para desviar procesos. !Que curioso!!!... el mismo sacerdote especialista en llevar testigos a los estrados judiciales, para que con base en testimonios sin otra prueba, se busque culpar a los miembros del Ejército, que en el campo de combate han evitado el crecimiento de los terroristas del Eln a quienes se les ha lavado el cerebro con la Teología de la Liberación y el Jesús verbo no sustantivo, orientadores de la violencia revolucionaria de masas.
Según consta en el libro de Plazas Vega, la Fiscal que adelanta el proceso en su contra, sustancia todas las acciones que lo tienen privado de la libertad, con base en el testimonio de un ex policia asilado en Europa por gestión de Giraldo . Como dice el adagio popular: "El que las usa las imagina"...
Hace pocas semanas Herlinda Ramírez de Buitrago militante activa de la cuadrilla Carlos Alirio Buitrago del Eln, reclamó ante los estrados judiciales que sus hijos Carlos y Alirio, fueron asesinados por orden de Ramón Isaza, quien reconoció la autoría del crimen. Lo que no reconoció la mencionada señora, fue su militancia terrorista, ni su participación como la de los demás hijos y su esposo Manuel alias Marcelo, en el asalto a Cementos Rio Claro en 1987, la incineración de tractomulas en la autopista Medellín- Bogotá, el asesinato de campesinos en las veredas del Oriente Antioqueño, el tráfico de estupefacientes, etc. Y pensar que esta cuadrilla y en especial los hermanos Buitrago fueron incorporados al Eln por el sacerdote y terrorista Bernardo López Arroyave, cuyas tesis públicas eran muy coincidentes con las de Giraldo.
Este episodio de la familia Buitrago sumado a la guerra de nervios con las famosas minas quiebrapatas que desató el Eln en el Chucurí Santandereano, grupo muy cercano a la línea ideológica de Arroyave, han sido presentados por Javier Giraldo como la persecución del Estado contra las comunidades eclesiales de base, a partir de "testimonios", estratagema que en contraste, al parecer Giraldo critica y sataniza en la extensa carta de soporte a su "convicción moral"...
Es el mismo proceder del Partido Comunista en torno a su brazo armado las Farc. Por ejemplo, cualquier publicación del semanario Voz es una descarada multiplicación politiquera de las tramas urdidas por el Secretariado de las Farc, como lo demostraron los computadores de Reyes y las pruebas que a diario aparecen acerca de la militancia de todos los cabecillas de las Farc en las estructuras del Partido Comunista Colombiano.
En ese orden de ideas, las Farc masacran campesinos, desatan oleadas de terror, secuestran, roban, destruyen, etc. Sinembargo para ellos y los camaradas legales, esa es la guerra del pueblo contra la oligarquía. Y desde luego no quieren que los agredidos por las guerrillas comunistas, agobiados por la ineptitud del Estado, se armen y los agredan en igual o mayor dimensión. Es decir el círculo vicioso derivado de la incapacidad de la dirigencia política...
No solo en esta supuesta carta a la funcionaria judicial, sino a lo largo de su militancia político-religiosa ni el padre Javier Girlado, ni quienes lo secundan, han cuestionado a los terroristas colombianos por las atrocidades que cometen. Por el contrario los han defendido, con el sesgado argumento que defienden a las víctimas civiles de los efectos del conflicto..... La doble moral en toda su magnitud.
Mientras Giraldo se queja de la justicia basada en testimonios sin mas pruebas (de ser cierta la carta que circula en Internet), el coronel Plazas se halla detenido, por la "fuerza jurídica" de un testimonio sin mas pruebas, de alguien enviado por Giraldo a declarar en contra del oficial (según consta en su libro). Y lo que es mas grave...En risego de ser trasladado a una cárcel común donde puedan atentar contra su vida, o los esbirrros del narcotráfico, o los seguidores de la teología de la liberación hoy detenidos por ser terroristas del Eln, o, los "camaradas" de las Farc presos por mascarar a Colombia en primavera, .
¿Dónde están la justicia, la justeza y la claridad c onceptual del hombre nuevo que promulgan tanto la teología de la liberación como los terroristas del Eln, idiotizados por los "curas revolucionarios"?????
Sería grandioso que el padre Giraldo aclarara estas dudas, pero sin tratar de embaucar idiotas útiles con el cuento de las causas del conflicto,el maridaje del Estado con los paras y la descarada negación de las atrocidades que cometen las cuadrillas guerrilleras en asocio con los narcos.
Coronel Luis Alberto Villamarín Pulido
www.luisvillamarin.com
Analista de asuntos estratégicos
Desde el nacimiento como república soberana Colombia ha afrontado la guerra fratricida. A partir de la década de los años 50, la violencia liberal-conservadora recibió un tercer ingrediente con la entrada en escena del partido comunista y su brazo armado las Farc. Años mas tarde este grupo se convirtió en narcotraficante y terrorista, a la vez que facilitó el camino para la inmersión de las autodefensas ilegales en el mismo esquema de terror.
lunes, 27 de abril de 2009
martes, 21 de abril de 2009
Criminal manipulación para liberar al cabo Moncayo y los demás secuestrados
El siguiente acto del sainete propagandístico y politiquero montado por las Farc y sus áulicos, es el morboso anuncio de la liberación del cabo Moncayo, secuestrado hace más de once años en el Cerro Patascoy. Tiene toda la razón el Presidente Uribe al contestar enfadado que lo correcto es que nunca ha debido ser secuestrado.
Las Farc y sus cómplices internacionales de Caracas, La Habana, Quito, Managua, La Paz, Buenos Aires y Brasilia, jugaron un as pero perdieron la partida. Pretendían utilizar la reciente Cumbre de las Américas para resarcir el cacareado y reiterativo consenso de los comunistas del Foro de Sao Paulo, según el cual, es urgente "la paz" para Colombia a partir del amañado acuerdo humanitario que les quite el rótulo de terroristas.
Pero el inusitado protagonismo del presidente norteamericano Barack Obama, opacó a los demás y dejó en segundo lugar y sin protagonismo mediático, al audaz flechazo de las Farc. Esa y no otra es la razón por la que lafigura visible de Colombianos por la Paz, insiste en que el gobierno es el que está demorado.
Se les desbarató el plan. Igual que cuando no tenían al niño Emanuel, o cuando fueron capturados en Bogotá tres terroristas con las pruebas de superveniencia de Ingrid Betancur y otros secuestrados; o cuando fue abatido Raúl Reyes y los analistas de inteligencia descifraron los gravísimos secretos registrados en los computadores del cabecilla y la forma como venía en marcha el complot contra Colombia.
La artificiosa etapa anterior a la anunciada liberación de Moncayo, no es nada diferente a las estratagemas publicitarias descubiertas en los computadores de Reyes, en aras de lograr el reconocimiento de beligerancia de las Farc.
Tampoco es nada diferente a las líneas de acción dispuestas en el Plan Estratégico del grupo terrorista. Nada distinto a los quiméricos sueños de los jurásicos marxistas-leninistas de tomar el poder en Colombia por medio de la combinación de todas las formas de lucha, para implantar una sanguinaria dictadura comunista similar a la cubana.
Y los actores de reparto del sainete, vuelven a ser los mismos. El presidente Lula, con su actitud de "yo no fui, todo fue a mis espaldas y yo lo único que quiero es la paz de Colombia", desarrolla un papel protagónico en el teatral escenario.
Como buen comunista, el presidente brasileño sigue aferrado a las ideas del proletariado triunfante, a la supresión del capitalismo así haya que utilizarlo como un medio para lograr el fin, a la unidad marxista-leninista de todos los gobiernos latinoamericanos y a destruir por todos los medios el capitalismo del llamado imperio norteamericano.
Por su parte, los autodenominados Colombianos por la Paz, también cumplen su parte en el reparto actoral. En lugar de forzar a las Farc a que liberen a todos los secuestrados sin contraprestaciones, y de paso convencerlos para que se sometan a la ley de justicia y paz, su locuaz representante tiene el descaro de hablar de los "prisioneros de guerra", "las Farc ejército del pueblo", "el comandante Cano" y otras perlas que solo sirven para refrendar su afinidad ideológica y su parte en el show.
Ni a los terroristas ni a los "pacifistas" del sui generis grupo Colombianos por la Paz, pareciera importarles un ápice el dolor de los secuestrados. Unos y otros se tapan con la misma cobija y por el contrario, se evidencia que están amangulados para hacer las entregas a cuentagotas, con misterios, con improperios y descalificaciones contra el gobierno nacional, con retardos calculados, con la búsqueda de padrinos internacionales, con despliegue mediático y con la obvia intención que la audaz mediación postule al o a la candidata a la Presidencia, proyectada a ser el presidente(a), que negocia con los terroristas la desmovilización de sus estructuras, a cambio del gobierno de transición hacia el gobierno integrado al socialismo del siglo XXI, que pulula en el continente.
Si fuera cierto que a los llamados Colombianos por la Paz, les interesara la paz y el bienestar de los compatriotas, no actuarían como multiplicadores del caballo de Troya que se esconde en la propuesta del acuerdo humanitario tendiente a legitimar a los terroristas, ni se prestarían para que las Farc abusen de la estupidez funcional del papá del cabo Moncayo, quien igual a la mamá de Ingrid Betancur, se dedicó a despotricar del Presidente Uribe, en lugar de asediar a los terroristas que han secuestrado, torturado y maltratado a su hijo.
Los "intelectuales" de izquierda que se identifican como Colombianos pacifistas amigos de Colombia, no son imbéciles. Por el contrario son personas con los cinco sentidos en orden. Por lo tanto, saben y entienden, que las liberaciones a cuentagotas, son una macabra y siniestra manipulación del dolor humano. Conscientes o inconscientes hacen parte del síndrome de Estocolmo colectivo, que quieren imponer los terroristas a todos los colombianos.
Por esa razón es incomprensible que se presten para semejante monstruosidad. Si de verdad son amigos de Colombia y en realidad quieren la paz, entonces que lo demuestren con hechos concretos; más que con "mediaciones humanitarias" que esconden artilugios publicitarios. La única opción pacifista es la desmovilización de los terroristas, y a eso es que debieran apuntarle, quienes en aras de sacar del camino al presidente Uribe, juegan a Dios y al diablo, sin importarles que con sus actitud maniquea hacen parte de la descomposición política del país y el futuro de la institucionalidad.
Es hora que tanto los alebrestados antiuribistas y los indiferentes, se den cuenta que el presidente Uribe no es el problema, que las Farc no son la solución a los males estructurales del país, y que legitimarlos no contribuye a nada, pues los terroristas no representan a nadie más que al arcaico partido comunista colombiano.
Si Colombia entera se manifestó de manera multitudinaria contra las Farc y exigió la liberación incondicional de todos los secuestrados, como verdadera muestra de paz, la obligación de quienes se auto denominaron "colombianos por la paz" en supuesta representación del sentir popular, debe ser de respaldo al país y el cumplimiento irrestricto de un claro mandato colectivo de la nación.
Por dicha razón, es hora que Colombia deje atrás el silencio y exija a los terroristas que liberen al cabo Moncayo y a los demás secuestrados, sin actos propagandísticos, sin mediadores mañosos como Lula y sin la torva intención de Chávez, Correa y Ortega de legitimar a las Farc y sin la estupidez funcional de quienes creen que hacen un gran favor al país, con tanto show innecesario. Ese sería el final del sainete...
Y también es hora que el profesor Moncayo recapacite hacia donde debe apuntar la artillería, pues lo más seguro es que alebrestado por los secuestradores, su hijo va a salir a repetir las mismas frases ordenadas por las Farc que dijeron Luis Eladio Pérez, Alan Jara y Sigifredo López, para presionar al gobierno colombiano que la única opción es el canje humanitario, en las condiciones que imponen los terroristas.
Coronel Luis Alberto Villamarín Pulido
Analista de asuntos estratégicos
www.luisvillamarin.com
Las Farc y sus cómplices internacionales de Caracas, La Habana, Quito, Managua, La Paz, Buenos Aires y Brasilia, jugaron un as pero perdieron la partida. Pretendían utilizar la reciente Cumbre de las Américas para resarcir el cacareado y reiterativo consenso de los comunistas del Foro de Sao Paulo, según el cual, es urgente "la paz" para Colombia a partir del amañado acuerdo humanitario que les quite el rótulo de terroristas.
Pero el inusitado protagonismo del presidente norteamericano Barack Obama, opacó a los demás y dejó en segundo lugar y sin protagonismo mediático, al audaz flechazo de las Farc. Esa y no otra es la razón por la que lafigura visible de Colombianos por la Paz, insiste en que el gobierno es el que está demorado.
Se les desbarató el plan. Igual que cuando no tenían al niño Emanuel, o cuando fueron capturados en Bogotá tres terroristas con las pruebas de superveniencia de Ingrid Betancur y otros secuestrados; o cuando fue abatido Raúl Reyes y los analistas de inteligencia descifraron los gravísimos secretos registrados en los computadores del cabecilla y la forma como venía en marcha el complot contra Colombia.
La artificiosa etapa anterior a la anunciada liberación de Moncayo, no es nada diferente a las estratagemas publicitarias descubiertas en los computadores de Reyes, en aras de lograr el reconocimiento de beligerancia de las Farc.
Tampoco es nada diferente a las líneas de acción dispuestas en el Plan Estratégico del grupo terrorista. Nada distinto a los quiméricos sueños de los jurásicos marxistas-leninistas de tomar el poder en Colombia por medio de la combinación de todas las formas de lucha, para implantar una sanguinaria dictadura comunista similar a la cubana.
Y los actores de reparto del sainete, vuelven a ser los mismos. El presidente Lula, con su actitud de "yo no fui, todo fue a mis espaldas y yo lo único que quiero es la paz de Colombia", desarrolla un papel protagónico en el teatral escenario.
Como buen comunista, el presidente brasileño sigue aferrado a las ideas del proletariado triunfante, a la supresión del capitalismo así haya que utilizarlo como un medio para lograr el fin, a la unidad marxista-leninista de todos los gobiernos latinoamericanos y a destruir por todos los medios el capitalismo del llamado imperio norteamericano.
Por su parte, los autodenominados Colombianos por la Paz, también cumplen su parte en el reparto actoral. En lugar de forzar a las Farc a que liberen a todos los secuestrados sin contraprestaciones, y de paso convencerlos para que se sometan a la ley de justicia y paz, su locuaz representante tiene el descaro de hablar de los "prisioneros de guerra", "las Farc ejército del pueblo", "el comandante Cano" y otras perlas que solo sirven para refrendar su afinidad ideológica y su parte en el show.
Ni a los terroristas ni a los "pacifistas" del sui generis grupo Colombianos por la Paz, pareciera importarles un ápice el dolor de los secuestrados. Unos y otros se tapan con la misma cobija y por el contrario, se evidencia que están amangulados para hacer las entregas a cuentagotas, con misterios, con improperios y descalificaciones contra el gobierno nacional, con retardos calculados, con la búsqueda de padrinos internacionales, con despliegue mediático y con la obvia intención que la audaz mediación postule al o a la candidata a la Presidencia, proyectada a ser el presidente(a), que negocia con los terroristas la desmovilización de sus estructuras, a cambio del gobierno de transición hacia el gobierno integrado al socialismo del siglo XXI, que pulula en el continente.
Si fuera cierto que a los llamados Colombianos por la Paz, les interesara la paz y el bienestar de los compatriotas, no actuarían como multiplicadores del caballo de Troya que se esconde en la propuesta del acuerdo humanitario tendiente a legitimar a los terroristas, ni se prestarían para que las Farc abusen de la estupidez funcional del papá del cabo Moncayo, quien igual a la mamá de Ingrid Betancur, se dedicó a despotricar del Presidente Uribe, en lugar de asediar a los terroristas que han secuestrado, torturado y maltratado a su hijo.
Los "intelectuales" de izquierda que se identifican como Colombianos pacifistas amigos de Colombia, no son imbéciles. Por el contrario son personas con los cinco sentidos en orden. Por lo tanto, saben y entienden, que las liberaciones a cuentagotas, son una macabra y siniestra manipulación del dolor humano. Conscientes o inconscientes hacen parte del síndrome de Estocolmo colectivo, que quieren imponer los terroristas a todos los colombianos.
Por esa razón es incomprensible que se presten para semejante monstruosidad. Si de verdad son amigos de Colombia y en realidad quieren la paz, entonces que lo demuestren con hechos concretos; más que con "mediaciones humanitarias" que esconden artilugios publicitarios. La única opción pacifista es la desmovilización de los terroristas, y a eso es que debieran apuntarle, quienes en aras de sacar del camino al presidente Uribe, juegan a Dios y al diablo, sin importarles que con sus actitud maniquea hacen parte de la descomposición política del país y el futuro de la institucionalidad.
Es hora que tanto los alebrestados antiuribistas y los indiferentes, se den cuenta que el presidente Uribe no es el problema, que las Farc no son la solución a los males estructurales del país, y que legitimarlos no contribuye a nada, pues los terroristas no representan a nadie más que al arcaico partido comunista colombiano.
Si Colombia entera se manifestó de manera multitudinaria contra las Farc y exigió la liberación incondicional de todos los secuestrados, como verdadera muestra de paz, la obligación de quienes se auto denominaron "colombianos por la paz" en supuesta representación del sentir popular, debe ser de respaldo al país y el cumplimiento irrestricto de un claro mandato colectivo de la nación.
Por dicha razón, es hora que Colombia deje atrás el silencio y exija a los terroristas que liberen al cabo Moncayo y a los demás secuestrados, sin actos propagandísticos, sin mediadores mañosos como Lula y sin la torva intención de Chávez, Correa y Ortega de legitimar a las Farc y sin la estupidez funcional de quienes creen que hacen un gran favor al país, con tanto show innecesario. Ese sería el final del sainete...
Y también es hora que el profesor Moncayo recapacite hacia donde debe apuntar la artillería, pues lo más seguro es que alebrestado por los secuestradores, su hijo va a salir a repetir las mismas frases ordenadas por las Farc que dijeron Luis Eladio Pérez, Alan Jara y Sigifredo López, para presionar al gobierno colombiano que la única opción es el canje humanitario, en las condiciones que imponen los terroristas.
Coronel Luis Alberto Villamarín Pulido
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Piedad C'ordoba. secuestrados
sábado, 11 de abril de 2009
Itinerario de una injusticia: Drama del coronel Plazas Vega
El seis de noviembre de 1985, una cuadrilla del grupo terrorista M-19 incursionó a sangre y fuego al Palacio de Justicia, con el doble objetivo de dar una especie de golpe de Estado y desaparecer todas las pruebas y expedientes que afectaban a los capos del narcotráfico.
En la obvia reacción del Estado, tropas de la Decimotercera Brigada comandadas por el general Jesús Arias Cabrales, salvaron la continuidad de la república en una de sus horas mas aciagas, recuperaron la estabilidad institucional y restauraron el orden público.
En mas de 21.000 folios de intensas pesquisas judiciales, quedó demostrado que por partida doble los terroristas pretendían someter a las altas cortes, sentar la laxo presidente Belisario Betancur en juicio revolucionario, y declarar el utópico gobierno socialista pro-cubano del M-19.
Por extraña coincidencia del destino, el entonces Presidente de la Cámara de Representantes Cesar Gaviria Trujillo la emprendió con saña contra los militares. Y tomó en ojeriza al general Arias Cabrales y al coronel Plazas Vega. No así contra los verdaderos causantes del holocausto.
Por obra y gracia de la politiquería de Gaviria quien de carambola subió a la Presidencia de la República ante la muerte violenta de Luis Carlos Galán, no solo permitió que Pablo Escobar uno de los cerebros del cruento ataque contra los magistrados, cogobernara desde la cárcel-hotel de cinco estrellas de La Catedral, sino que hizo todo el lobby posible para que los terroristas Antonio Navarro Wolf, Gustavo Petro, Vera Grave y otros delincuentes comprometidos en el criminal ataque contra la institucionalidad, quedaran libres de cargos producto de un indulto complementario a la Amnistía obtenida con la rendición de las cuadrillas armadas del M-19.
Al cabo de un intenso trasegar que se prolongó por casi dos décadas, las respectivas instancias judiciales y disciplinarias, exoneraron de toda responsabilidad a los militares que recuperaron el Palacio, pero al tiempo quedaron maniatadas frente al imposibilidad de llevar a los estrados de la justicia a los responsables de el monstruoso crimen de lesa humanidad.
Producto de los entuertos y maremagnums derivados de la por siempre convulsa situación política colombiana, la izquierda prosubversiva movió las fichas claves y logró uno de los exabruptos jurídicos mas inexplicable, de los que tenga conocimiento la memoria histórica colombiana.
De la noche a la mañana se reabrieron los procesos penales no contra los terroristas que llegaron a ser senadores, candidatos a la presidencia, funcionarios públicos de alto nivel y hasta quien lo creyera, catedráticos moralistas; sino contra los militares que a costa de exponer sus vidas y las de sus soldados, se jugaron el todo por el todo, en aras de salvar la república del colapso urdido por los asaltantes.
A lo largo de 224 páginas escritas con claridad conceptual, sólido acervo jurídico, y sentimiento de patriota herido por la sinrazón de un procedimiento alejado de la justicia por parte de la Fiscal encargada del caso, el coronel Luis Alfonso Plazas Vega describe con lujos de detalles en el libro de su autoría titulado El Itinerario de una injusticia, paso a paso de lo que ha sido su calvario, en búsqueda de hacer entender a la funcionaria en mención, que ni era el comandante de la operación, ni que tenía mando operacional o administrativo sobre el personal asignado a las dependencias del B-2 de la Brigada 13 ubicadas por orden superior en los predios de la Escuela de Caballería desde 1978, ni tiene nada que ver con la supuesta desaparición de Irma Franco y otras personas.
El contenido del escrito del coronel Plazas tiene todas las características, para que cualquier facultad de Derecho de cualquier universidad, lo asuma como elemento de estudio y análisis de los errores y desviaciones en los que puede incurrir un funcionario de instrucción, cuando preexisten apasionamientos o deseos manifiestos de hallar un culpable, así el sindicado demuestre de mil formas su inocencia.
La reapertura del proceso y orientación manifiesta hacia la cabeza del coronel Plazas Vega, se deriva de las declaraciones controvertidas y controversiales por cierto, de un exagente de policía hoy asilado en Bruselas merced a la intercesión de una Ong dirigida por un cuestionado sacerdote, de probada afinidad ideológica con el terrorismo comunista.
A partir de esta aberración jurídica, según lo describe Plazas Vega en su libro, se suman una tras otra, una serie de procederes contrarios a los dictados legales de la plena prueba, el debido proceso, la preexistencia de la conducta tipificada como delito en los códigos penales colombianos antes de su supuesta comisión, la negación de pruebas, el descomedimiento de la funcionaria de instrucción tanto con el sindicado como con los eminentes juristas que asumieron su defensa; y la ignorancia rasa de la Fiscal frente a la organización interna militar, la estructura jerárquica castrense, los procedimientos operacionales militares, así como el entorno laboral de los cuarteles y las circunstancias de modo, tiempo y lugar en que ocurrieron los hechos.
De entrada la Fiscal quitó la categoría de terroristas a los agresores, pues los calificó con el suavizante adjetivo de rebeldes. A partir de esa concepción, surgen elementos válidos para sospechar de la imparcialidad de la investigación.
Luego fueron desconocidos los justos reclamos del sindicado y sus defensores, hasta el extremo que a pesar de la avanzada edad y estado de salud de los abogados de la defensa, la señora Fiscal dispuso que asistieran a su despacho a declarar, inclusive para poner en duda el informe elaborado por altos juristas acerca de las responsabilidades en el holocausto del Palacio de Justicia; mientras que de sorpresa, y sin notificar a la defensa viajó hasta Palmira, para tomar la declaración a un hermano del terrorista Antonio Navarro Wolf.
El mundo al revés. De contera, la resolución de acusación contra Plazas Vega incluyó como pruebas los testimonios de terroristas indultados y las declaraciones de Mazuera y otros personajes, de quienes en palabras de Plazas, página 45 del libro en mención:
“me di cuenta que había un montaje y un evidente fraude procesal para desviar la investigación de su verdadero cauce, y, por eso pedí compulsar copias para investigar penalmente por los delitos de falso testimonio, fraude procesal, falsa denuncia y los que hubiere lugar al expolicía Ricardo Gómez Mazuera, abogado Germán Guevara Ochoa, Héctor Jaime Beltrán, René Guarín, Enrique Rodríguez y Gustavo Petro…. Sin embargo la señora fiscal no hizo la compulsa de las copias en oportunidad y a cambio ordenó mi detención….”
Sería insuficiente el espacio de este blog para describir la cantidad de abrumadores datos suministrados por el coronel Plazas Vega, en torno a un juicio con evidentes proclividades y sesgos politizados…
Por eso lo mejor, es leer el libro y reflexionar acerca de la desnaturalización de los valores heredados de los antepasados y la crisis de credibilidad que tienen las instituciones colombianas incluida la rama judicial, con evidente infiltración de la izquierda prosubversiva.
Es como diría William Faulkner. “Así es la paga que recibe el soldado”….
Mientras tanto, los terroristas que atacaron a sangre y fuego el Palacio de Justicia, incendiaron los anaqueles, destruyeron expedientes, masacraron a los altos jueces, secuestraron a cientos de inocentes, pusieron en tela de juicio la institucionalidad y sellaron un negro precedente para la vida colombiana, hoy son “honorables” dirigentes políticos, abanderados de la justicia y moralistas por excelencia.
Ese es el itinerario de una injusticia recorrido por Plazas Vega, quien de remate, no es la excepción sino una pieza mas de la regla, que victimiza a los militares que con sangre, sudor y lágrimas han entregado lo mejor de sus vidas, en defensa de una sociedad, infiltrada por anarquistas de profesión que ni gobiernan ni dejan gobernar.
Ojalá que este llamado de atención, llegue a los por siempre ocupados superiores jerárquicos de la Fiscal en cuestión, que lean el puntual escrito de Plazas Vega, y que obren de acuerdo con lo que debe ser la justicia.
De lo contrario, aberrantes casos como este continuarán el progresivo allanamiento de la autopista, que solo favorece los intereses de los enemigos de la libertad, el orden, la democracia, los derechos civiles y la rectitud procesal. Y cuando lleguen los malhechores por los incrédulos, quizás sea tarde para remediar lo que se pudo corregir a tiempo.
Coronel Luis Alberto Villamarín Pulido
Analista de asuntos estratégicos
www.luisvillamarin.co.nr
En la obvia reacción del Estado, tropas de la Decimotercera Brigada comandadas por el general Jesús Arias Cabrales, salvaron la continuidad de la república en una de sus horas mas aciagas, recuperaron la estabilidad institucional y restauraron el orden público.
En mas de 21.000 folios de intensas pesquisas judiciales, quedó demostrado que por partida doble los terroristas pretendían someter a las altas cortes, sentar la laxo presidente Belisario Betancur en juicio revolucionario, y declarar el utópico gobierno socialista pro-cubano del M-19.
Por extraña coincidencia del destino, el entonces Presidente de la Cámara de Representantes Cesar Gaviria Trujillo la emprendió con saña contra los militares. Y tomó en ojeriza al general Arias Cabrales y al coronel Plazas Vega. No así contra los verdaderos causantes del holocausto.
Por obra y gracia de la politiquería de Gaviria quien de carambola subió a la Presidencia de la República ante la muerte violenta de Luis Carlos Galán, no solo permitió que Pablo Escobar uno de los cerebros del cruento ataque contra los magistrados, cogobernara desde la cárcel-hotel de cinco estrellas de La Catedral, sino que hizo todo el lobby posible para que los terroristas Antonio Navarro Wolf, Gustavo Petro, Vera Grave y otros delincuentes comprometidos en el criminal ataque contra la institucionalidad, quedaran libres de cargos producto de un indulto complementario a la Amnistía obtenida con la rendición de las cuadrillas armadas del M-19.
Al cabo de un intenso trasegar que se prolongó por casi dos décadas, las respectivas instancias judiciales y disciplinarias, exoneraron de toda responsabilidad a los militares que recuperaron el Palacio, pero al tiempo quedaron maniatadas frente al imposibilidad de llevar a los estrados de la justicia a los responsables de el monstruoso crimen de lesa humanidad.
Producto de los entuertos y maremagnums derivados de la por siempre convulsa situación política colombiana, la izquierda prosubversiva movió las fichas claves y logró uno de los exabruptos jurídicos mas inexplicable, de los que tenga conocimiento la memoria histórica colombiana.
De la noche a la mañana se reabrieron los procesos penales no contra los terroristas que llegaron a ser senadores, candidatos a la presidencia, funcionarios públicos de alto nivel y hasta quien lo creyera, catedráticos moralistas; sino contra los militares que a costa de exponer sus vidas y las de sus soldados, se jugaron el todo por el todo, en aras de salvar la república del colapso urdido por los asaltantes.
A lo largo de 224 páginas escritas con claridad conceptual, sólido acervo jurídico, y sentimiento de patriota herido por la sinrazón de un procedimiento alejado de la justicia por parte de la Fiscal encargada del caso, el coronel Luis Alfonso Plazas Vega describe con lujos de detalles en el libro de su autoría titulado El Itinerario de una injusticia, paso a paso de lo que ha sido su calvario, en búsqueda de hacer entender a la funcionaria en mención, que ni era el comandante de la operación, ni que tenía mando operacional o administrativo sobre el personal asignado a las dependencias del B-2 de la Brigada 13 ubicadas por orden superior en los predios de la Escuela de Caballería desde 1978, ni tiene nada que ver con la supuesta desaparición de Irma Franco y otras personas.
El contenido del escrito del coronel Plazas tiene todas las características, para que cualquier facultad de Derecho de cualquier universidad, lo asuma como elemento de estudio y análisis de los errores y desviaciones en los que puede incurrir un funcionario de instrucción, cuando preexisten apasionamientos o deseos manifiestos de hallar un culpable, así el sindicado demuestre de mil formas su inocencia.
La reapertura del proceso y orientación manifiesta hacia la cabeza del coronel Plazas Vega, se deriva de las declaraciones controvertidas y controversiales por cierto, de un exagente de policía hoy asilado en Bruselas merced a la intercesión de una Ong dirigida por un cuestionado sacerdote, de probada afinidad ideológica con el terrorismo comunista.
A partir de esta aberración jurídica, según lo describe Plazas Vega en su libro, se suman una tras otra, una serie de procederes contrarios a los dictados legales de la plena prueba, el debido proceso, la preexistencia de la conducta tipificada como delito en los códigos penales colombianos antes de su supuesta comisión, la negación de pruebas, el descomedimiento de la funcionaria de instrucción tanto con el sindicado como con los eminentes juristas que asumieron su defensa; y la ignorancia rasa de la Fiscal frente a la organización interna militar, la estructura jerárquica castrense, los procedimientos operacionales militares, así como el entorno laboral de los cuarteles y las circunstancias de modo, tiempo y lugar en que ocurrieron los hechos.
De entrada la Fiscal quitó la categoría de terroristas a los agresores, pues los calificó con el suavizante adjetivo de rebeldes. A partir de esa concepción, surgen elementos válidos para sospechar de la imparcialidad de la investigación.
Luego fueron desconocidos los justos reclamos del sindicado y sus defensores, hasta el extremo que a pesar de la avanzada edad y estado de salud de los abogados de la defensa, la señora Fiscal dispuso que asistieran a su despacho a declarar, inclusive para poner en duda el informe elaborado por altos juristas acerca de las responsabilidades en el holocausto del Palacio de Justicia; mientras que de sorpresa, y sin notificar a la defensa viajó hasta Palmira, para tomar la declaración a un hermano del terrorista Antonio Navarro Wolf.
El mundo al revés. De contera, la resolución de acusación contra Plazas Vega incluyó como pruebas los testimonios de terroristas indultados y las declaraciones de Mazuera y otros personajes, de quienes en palabras de Plazas, página 45 del libro en mención:
“me di cuenta que había un montaje y un evidente fraude procesal para desviar la investigación de su verdadero cauce, y, por eso pedí compulsar copias para investigar penalmente por los delitos de falso testimonio, fraude procesal, falsa denuncia y los que hubiere lugar al expolicía Ricardo Gómez Mazuera, abogado Germán Guevara Ochoa, Héctor Jaime Beltrán, René Guarín, Enrique Rodríguez y Gustavo Petro…. Sin embargo la señora fiscal no hizo la compulsa de las copias en oportunidad y a cambio ordenó mi detención….”
Sería insuficiente el espacio de este blog para describir la cantidad de abrumadores datos suministrados por el coronel Plazas Vega, en torno a un juicio con evidentes proclividades y sesgos politizados…
Por eso lo mejor, es leer el libro y reflexionar acerca de la desnaturalización de los valores heredados de los antepasados y la crisis de credibilidad que tienen las instituciones colombianas incluida la rama judicial, con evidente infiltración de la izquierda prosubversiva.
Es como diría William Faulkner. “Así es la paga que recibe el soldado”….
Mientras tanto, los terroristas que atacaron a sangre y fuego el Palacio de Justicia, incendiaron los anaqueles, destruyeron expedientes, masacraron a los altos jueces, secuestraron a cientos de inocentes, pusieron en tela de juicio la institucionalidad y sellaron un negro precedente para la vida colombiana, hoy son “honorables” dirigentes políticos, abanderados de la justicia y moralistas por excelencia.
Ese es el itinerario de una injusticia recorrido por Plazas Vega, quien de remate, no es la excepción sino una pieza mas de la regla, que victimiza a los militares que con sangre, sudor y lágrimas han entregado lo mejor de sus vidas, en defensa de una sociedad, infiltrada por anarquistas de profesión que ni gobiernan ni dejan gobernar.
Ojalá que este llamado de atención, llegue a los por siempre ocupados superiores jerárquicos de la Fiscal en cuestión, que lean el puntual escrito de Plazas Vega, y que obren de acuerdo con lo que debe ser la justicia.
De lo contrario, aberrantes casos como este continuarán el progresivo allanamiento de la autopista, que solo favorece los intereses de los enemigos de la libertad, el orden, la democracia, los derechos civiles y la rectitud procesal. Y cuando lleguen los malhechores por los incrédulos, quizás sea tarde para remediar lo que se pudo corregir a tiempo.
Coronel Luis Alberto Villamarín Pulido
Analista de asuntos estratégicos
www.luisvillamarin.co.nr
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domingo, 5 de abril de 2009
Los niños en la guerra
Cifras aproximadas indican que el 30% de los integrantes de los grupos terroristas que delinquen en Colombia son menores de edad y casi todos niños preadolescentes. En medio del morbo publicitario, los medios de comunicación se han limitado a reseñar los constantes casos, mientras que los organismos gubernamentales y las Ong´s que se relacionan con el tema, se han quedado estancadas en las estadísticas de los desmovilizados en estas categorías.
Llama la atención, que los abanderados de la supuesta paz, verbigracia el Partido Comunista y los Colombianos por la Paz, guarden silencio cómplice frente a este hecho de barbarie y de corrupción de mentes infantiles.
Sería de esperarse que los fervientes defensores de los derechos humanos, siempre encaminados a buscar condenas jurídicas politizadas contra quienes los han combatido en el campo de batalla, verbigracia el aberrante caso de injusticia contra el coronel Alfonso Plaza Vega; se pronunciaran con la misma vehemencia e hicieran seguimientos minuciosos a los procesos por el reclutamiento de menores para los grupos terroristas.
Quienes hemos comandado operaciones de contraguerrillas en diferentes regiones del territorio nacional, a diario tomamos contacto no solo con la realidad de la Colombia rural (tan desconocida como ajena para los burócratas citadinos), sino que hemos visto de cerca a menores de edad capturados, muertos o heridos en medio de los combates.
Para mencionar un solo caso de los muchos que conocí de cerca, cito a Henry Gutiérrez Restrepo alias Daniel de la cuadrilla Carlos Alirio Buitrago del Eln, quien se presentó de manera voluntaria a la base militar de Juanes en zona rural de San Carlos Antioquia en 1990.
Para al época, Henry tenía 12 años de edad, cuatro de ellos de militancia en la cuadrilla terrorista. Fue reclutado para el Eln por Rigoberto Buitrago Ramírez alias Saúl, cabecilla del grupo, hermano de Carlos y Alirio Buitrago, en cuya memoria el sacerdote católico Bernardo López Arroyave, fundó este grupo terrorista, en el suroriente antioqueño.
Tengo el vívido recuerdo del breve texto que leí en un trozo de cartón rasgado de una caja de crema dental, que cargaba el imberbe entre la cartera:
-Si matan o hieren a Henry, localicen a mi mamá en San Luis y le informan. Ella vive cerca del parque municipal-
Con apenas segundo año de escuela primaria, Henry hacía parte de la Comisión de Trabajo Político Organizativo, encargada entre otras cosas de "limpiar la región de sapos, paramilitares, y enemigos de la revolución popular".
Impresionado por la vivacidad del imberbe, complementada por su extraordinaria memoria fotográfica y la precisión de los detalles que narraba, demoré dos días desde las ocho de la mañana hasta las nueve de la noche, en desarrollo de la entrevista y cotejo de datos útiles para la inteligencia militar. Muchas de sus revelaciones, fueron útiles para las operaciones subsiguientes y puntal importante, para escribir el libro de mi autoría titulado El Eln por dentro, publicado años después de esta experiencia.
Henry relató con lujo de detalles el planeamiento y ejecución del asalto a Cementos Río Claro en 1987, los "ajusticiamientos" que cometía Palizada, las veces que el mismo incineró tractomulas en la autopista Medellín-Bogotá, los secuestros de unos ciclistas y unos japoneses adscritos a Isa, el ataque terrorista contra la Central Hidroeléctrica de Jaguas, los malos tratos de palabra y de obra que recibió de los cabecillas y en especial el temor a escapar, por miedo a que los terroristas asesinaran a su madre, como se lo habían advertido.
Henry rindió testimonio ante el juez promiscuo de San Carlos, pués en esa época no había Fiscalía, pero de manera curiosa, no hubo acción legal contra los integrantes de las milicias populares urbanas del Eln, a quienes señaló con nombre propio y actividades específicas, sino que al poco tiempo, todos los denunciados estaban al tanto de los cargos, pero ni eran llamados a declarar, ni tampoco eran requeridos por autoridad alguna.
Igual que sucede ahora con las reticentes denuncias de los claros nexos del Partido Comunista con las Farc, o las críticas sentidas de algunos columnistas acerca del tratamiento diferente de los medios de comunicación y de las autoridades judiciales, frente a los casos de parapolítica y Farcpolítica. O con las graves denuncias que hizo Olivo Saldaña contra sindicalistas, un exgobernador y dirigentes políticos regionales en el Tolima. Una vez mas el silencio cómplice fue la matriz del asunto.
Llama también la atención que el combo de Piedad Córdoba pegado al embeleco del acuerdo humanitario, so pena de resucitar el descompuesto cadáver político de las Farc y buscar la candidatura presidencial de la polémica senadora liberal, jamás se detiene a cuestionar a los terroristas por el reclutamiento de menores, o por los secuestros, o por envenenar acueductos, o por destruir la infraestructura económica, o por desplazar a tanto campesino amenazado de muerte, etc.
No.. En la agenda de los autodenominados Colombianos por la paz, solo aparece escrito el mandato del Foro de Sao Paulo dirigido por Lula, Chávez, Correa, Ortega la dictadura cubana y las Farc: Hacer un acuerdo humanitario en Colombia, que de estatus a los terroristas, reconozca su beligerancia y permita abrirles embajadas en Managua, Quito, Caracas, Brasilia y La Habana y desatar la etapa final de la guerra contra Colombia, con el fin de imponer una dictadura totalitaria similar a la cubana.
Lo tragicómico del asunto, es que pese a las revelaciones de los computadores de Reyes, a las anotaciones del diario de la terrorista holandesa que anda al lado de Lozada, a las declaraciones de Cano, a que las Farc no han renunciado a su Plan Estratégico y a que el Foro de Sao Paulo sigue empeñado en envenenar mentes como lo hicieron en Caracas hace una semana con el homenaje a Tirofijo; todavía hay estultos funcionales que creen que Lula obra de buena fe, que el embeleco pacifista de los Colombianos por la Paz, no tiene doble fondo, y que las Farc con su comunismo están pérdidas.
No se dan cuenta que por culpa de esa indiferencia e indolencia, de no haber sido por el certero bombardeo a la guarida de Reyes, el maquiavélico complot habría seguido su curso.
Y tampoco se dan cuenta que las Farc asesinan la vida en primavera, que las bandas mal llamadas paramilitares son una consecuencia del terrorismo comunista, que muchos de los paras primero fueron miembros de las Farc y el Eln, y lo que es mas grave, que más de la tercera parte de los crímenes de lesa humanidad cometidos por los grupos terroristas en Colombia, son ejecutados por menores de edad como Henry Gutiérrez, cuya fogosidad es utilizada con macabra y siniestra intencionalidad por desadaptados o resentidos sociales como el cura Pérez, el sacerdote Bernardo López Arroyave, y otros bandidos cuyos nombres son utilizados por las cuadrillas de las Farc y el Eln.
Dos o tres semanas atrás, Ramón Isaza reconoció ser el autor intelectual de la muerte de los hermanos Carlos y Alirio Buitrago. Herlinda Ramírez la madre de las dos víctimas, quien también es miembro activo del Eln, pidió en público la reparación por la muerte de sus dos angelitos. Entendible desde el punto de vista maternal y humano, pues su dos hijos fueron masacrados por sicarios al servicio de Isaza, quien desde luego debe responder por el homicidio múltiple.
Lo que no es entendible desde le punto de vista jurídico, es porqué la mencionada señora no responde ante los tribunales de justicia por los crímenes de lesa humanidad que han cometido sus hijos con su complicidad, pues los ha apoyado en el trasegar clandestino desde cuanso la familia entera se enguerrilló; por los actos de sedición en que ha participado ella y su esposo Manuel identificado con el alias de Marcelo, como lo denunciaron en su debido momento Angélica Mazo alias Mónica, Faber y el propio Henry Gutiérrez.
Pero claro, la justicia está sobrecargada de procesos en un país donde la ley y el orden no se compaginan. Y de contera, hay tendencia al espectáculo mediático o a las aberraciones jurídicas como el politizado juicio contra el coronel Plazas Vega. Mientras tanto por lógica conveniencia Petro, Navarro, y los demás terroristas desmovilizados del M-19 dicen que todo fue a sus espaldas, que ellos eran del M-19 pero no participaron en el sangriento asalto al Palacio de Justicia, por ende no son responsables, y claro, que ellos nunca reclutaron niños para el M-19.
En la práctica, miles de imberbes engatusados en las oscuras estratagemas de guerra leninista contra la institucionalidad colombiana, siguen enredados en un desangre feroz... los comisarios políticos de esa barbarie, dedicados a legitimarlos, a la par con la actitud calculada y condescendiente de los mandatarios marxistas de Ecuador, Venezuela, Brasil, Ecuador, Bolivia, Cuba y Nicaragua....
Ese es un bosquejo global del entorno de los niños que están en la guerra contra Colombia.
Coronel Luis Alberto Villamarín Pulido
www.luisvillamarin.co.nr
Analista de asuntos estratégicos
Llama la atención, que los abanderados de la supuesta paz, verbigracia el Partido Comunista y los Colombianos por la Paz, guarden silencio cómplice frente a este hecho de barbarie y de corrupción de mentes infantiles.
Sería de esperarse que los fervientes defensores de los derechos humanos, siempre encaminados a buscar condenas jurídicas politizadas contra quienes los han combatido en el campo de batalla, verbigracia el aberrante caso de injusticia contra el coronel Alfonso Plaza Vega; se pronunciaran con la misma vehemencia e hicieran seguimientos minuciosos a los procesos por el reclutamiento de menores para los grupos terroristas.
Quienes hemos comandado operaciones de contraguerrillas en diferentes regiones del territorio nacional, a diario tomamos contacto no solo con la realidad de la Colombia rural (tan desconocida como ajena para los burócratas citadinos), sino que hemos visto de cerca a menores de edad capturados, muertos o heridos en medio de los combates.
Para mencionar un solo caso de los muchos que conocí de cerca, cito a Henry Gutiérrez Restrepo alias Daniel de la cuadrilla Carlos Alirio Buitrago del Eln, quien se presentó de manera voluntaria a la base militar de Juanes en zona rural de San Carlos Antioquia en 1990.
Para al época, Henry tenía 12 años de edad, cuatro de ellos de militancia en la cuadrilla terrorista. Fue reclutado para el Eln por Rigoberto Buitrago Ramírez alias Saúl, cabecilla del grupo, hermano de Carlos y Alirio Buitrago, en cuya memoria el sacerdote católico Bernardo López Arroyave, fundó este grupo terrorista, en el suroriente antioqueño.
Tengo el vívido recuerdo del breve texto que leí en un trozo de cartón rasgado de una caja de crema dental, que cargaba el imberbe entre la cartera:
-Si matan o hieren a Henry, localicen a mi mamá en San Luis y le informan. Ella vive cerca del parque municipal-
Con apenas segundo año de escuela primaria, Henry hacía parte de la Comisión de Trabajo Político Organizativo, encargada entre otras cosas de "limpiar la región de sapos, paramilitares, y enemigos de la revolución popular".
Impresionado por la vivacidad del imberbe, complementada por su extraordinaria memoria fotográfica y la precisión de los detalles que narraba, demoré dos días desde las ocho de la mañana hasta las nueve de la noche, en desarrollo de la entrevista y cotejo de datos útiles para la inteligencia militar. Muchas de sus revelaciones, fueron útiles para las operaciones subsiguientes y puntal importante, para escribir el libro de mi autoría titulado El Eln por dentro, publicado años después de esta experiencia.
Henry relató con lujo de detalles el planeamiento y ejecución del asalto a Cementos Río Claro en 1987, los "ajusticiamientos" que cometía Palizada, las veces que el mismo incineró tractomulas en la autopista Medellín-Bogotá, los secuestros de unos ciclistas y unos japoneses adscritos a Isa, el ataque terrorista contra la Central Hidroeléctrica de Jaguas, los malos tratos de palabra y de obra que recibió de los cabecillas y en especial el temor a escapar, por miedo a que los terroristas asesinaran a su madre, como se lo habían advertido.
Henry rindió testimonio ante el juez promiscuo de San Carlos, pués en esa época no había Fiscalía, pero de manera curiosa, no hubo acción legal contra los integrantes de las milicias populares urbanas del Eln, a quienes señaló con nombre propio y actividades específicas, sino que al poco tiempo, todos los denunciados estaban al tanto de los cargos, pero ni eran llamados a declarar, ni tampoco eran requeridos por autoridad alguna.
Igual que sucede ahora con las reticentes denuncias de los claros nexos del Partido Comunista con las Farc, o las críticas sentidas de algunos columnistas acerca del tratamiento diferente de los medios de comunicación y de las autoridades judiciales, frente a los casos de parapolítica y Farcpolítica. O con las graves denuncias que hizo Olivo Saldaña contra sindicalistas, un exgobernador y dirigentes políticos regionales en el Tolima. Una vez mas el silencio cómplice fue la matriz del asunto.
Llama también la atención que el combo de Piedad Córdoba pegado al embeleco del acuerdo humanitario, so pena de resucitar el descompuesto cadáver político de las Farc y buscar la candidatura presidencial de la polémica senadora liberal, jamás se detiene a cuestionar a los terroristas por el reclutamiento de menores, o por los secuestros, o por envenenar acueductos, o por destruir la infraestructura económica, o por desplazar a tanto campesino amenazado de muerte, etc.
No.. En la agenda de los autodenominados Colombianos por la paz, solo aparece escrito el mandato del Foro de Sao Paulo dirigido por Lula, Chávez, Correa, Ortega la dictadura cubana y las Farc: Hacer un acuerdo humanitario en Colombia, que de estatus a los terroristas, reconozca su beligerancia y permita abrirles embajadas en Managua, Quito, Caracas, Brasilia y La Habana y desatar la etapa final de la guerra contra Colombia, con el fin de imponer una dictadura totalitaria similar a la cubana.
Lo tragicómico del asunto, es que pese a las revelaciones de los computadores de Reyes, a las anotaciones del diario de la terrorista holandesa que anda al lado de Lozada, a las declaraciones de Cano, a que las Farc no han renunciado a su Plan Estratégico y a que el Foro de Sao Paulo sigue empeñado en envenenar mentes como lo hicieron en Caracas hace una semana con el homenaje a Tirofijo; todavía hay estultos funcionales que creen que Lula obra de buena fe, que el embeleco pacifista de los Colombianos por la Paz, no tiene doble fondo, y que las Farc con su comunismo están pérdidas.
No se dan cuenta que por culpa de esa indiferencia e indolencia, de no haber sido por el certero bombardeo a la guarida de Reyes, el maquiavélico complot habría seguido su curso.
Y tampoco se dan cuenta que las Farc asesinan la vida en primavera, que las bandas mal llamadas paramilitares son una consecuencia del terrorismo comunista, que muchos de los paras primero fueron miembros de las Farc y el Eln, y lo que es mas grave, que más de la tercera parte de los crímenes de lesa humanidad cometidos por los grupos terroristas en Colombia, son ejecutados por menores de edad como Henry Gutiérrez, cuya fogosidad es utilizada con macabra y siniestra intencionalidad por desadaptados o resentidos sociales como el cura Pérez, el sacerdote Bernardo López Arroyave, y otros bandidos cuyos nombres son utilizados por las cuadrillas de las Farc y el Eln.
Dos o tres semanas atrás, Ramón Isaza reconoció ser el autor intelectual de la muerte de los hermanos Carlos y Alirio Buitrago. Herlinda Ramírez la madre de las dos víctimas, quien también es miembro activo del Eln, pidió en público la reparación por la muerte de sus dos angelitos. Entendible desde el punto de vista maternal y humano, pues su dos hijos fueron masacrados por sicarios al servicio de Isaza, quien desde luego debe responder por el homicidio múltiple.
Lo que no es entendible desde le punto de vista jurídico, es porqué la mencionada señora no responde ante los tribunales de justicia por los crímenes de lesa humanidad que han cometido sus hijos con su complicidad, pues los ha apoyado en el trasegar clandestino desde cuanso la familia entera se enguerrilló; por los actos de sedición en que ha participado ella y su esposo Manuel identificado con el alias de Marcelo, como lo denunciaron en su debido momento Angélica Mazo alias Mónica, Faber y el propio Henry Gutiérrez.
Pero claro, la justicia está sobrecargada de procesos en un país donde la ley y el orden no se compaginan. Y de contera, hay tendencia al espectáculo mediático o a las aberraciones jurídicas como el politizado juicio contra el coronel Plazas Vega. Mientras tanto por lógica conveniencia Petro, Navarro, y los demás terroristas desmovilizados del M-19 dicen que todo fue a sus espaldas, que ellos eran del M-19 pero no participaron en el sangriento asalto al Palacio de Justicia, por ende no son responsables, y claro, que ellos nunca reclutaron niños para el M-19.
En la práctica, miles de imberbes engatusados en las oscuras estratagemas de guerra leninista contra la institucionalidad colombiana, siguen enredados en un desangre feroz... los comisarios políticos de esa barbarie, dedicados a legitimarlos, a la par con la actitud calculada y condescendiente de los mandatarios marxistas de Ecuador, Venezuela, Brasil, Ecuador, Bolivia, Cuba y Nicaragua....
Ese es un bosquejo global del entorno de los niños que están en la guerra contra Colombia.
Coronel Luis Alberto Villamarín Pulido
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